¿Está cometiendo Rusia un genocidio en Ucrania?

¿Está cometiendo Rusia un genocidio en Ucrania?

Un soldado ucraniano observa un centro comercial destruido en Kiev el 29 de marzo de 2022. Mykhaylo Palinchak/SOPA Images/LightRocket via Getty Images
Alexander Hinton, Rutgers University – Newark

Existe una amenaza real de que Rusia cometa un genocidio en Ucrania. A medida que surgen pruebas de crímenes de guerra, hay razones para creer que ya puede estar ocurriendo.

“Las fuerzas de Rusia han cometido crímenes de guerra en Ucrania”, declaró el pasado 23 de marzo el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. Blinken citó como prueba de su acusación la destrucción por parte de Rusia de “edificios de apartamentos, escuelas, hospitales, infraestructuras críticas” y un hospital de maternidad en la ciudad asediada de Mariúpol.

Rusia ha matado al menos a 1 189 civiles y ha herido a otros 1 901 ucranianos desde que comenzó su ataque a Ucrania en febrero de 2022, según las Naciones Unidas. Es probable que el número real de muertos sea mucho mayor.

Este tipo de ataques a civiles durante el conflicto se consideran crímenes de guerra, según el derecho internacional.

Pero los crímenes de guerra suelen ir acompañados de otros crímenes atroces, un término jurídico que también abarca la limpieza étnica, los crímenes contra la humanidad y el genocidio.

Y, de hecho, hay pruebas de que Rusia también ha cometido crímenes contra la humanidad, o ataques generalizados contra la población civil de Ucrania. Estos ataques incluyen asesinatos, desapariciones forzadas, violaciones y torturas.

También incluyen las deportaciones masivas de ucranianos a Rusia que, según se informa, está llevando a cabo el Kremlin en el este de Ucrania.

Algunos observadores advierten de que esta violencia tiene el potencial de convertirse en un genocidio, sobre todo teniendo en cuenta la propaganda rusa y la destrucción física de Mariúpol y otras ciudades.

Los funcionarios ucranianos afirman que el genocidio ya ha comenzado. “El bombardeo aéreo de un hospital infantil”, dijo el presidente Volodímir Zelenski el 9 de marzo de 2022, “es la prueba definitiva de que se está produciendo un genocidio de ucranianos”.

Otros expertos no están de acuerdo, y a veces argumentan que la violencia rusa no cumple los requisitos legales del genocidio.

Sin embargo, dada la magnitud de la violencia rusa en Ucrania, las advertencias de genocidio deben tomarse en serio.

El área de estudios sobre genocidios, en el que he trabajado durante mucho tiempo, ha desarrollado marcos para evaluar la amenaza de genocidio en situaciones tan volátiles como esta. Estas herramientas, incluida una utilizada por la ONU, indican que Ucrania corre un riesgo considerable de estar sufriendo genocidio.

Una anciana está sentada en una silla de ruedas, llevada a través de la tierra por cinco hombres, algunos con uniformes del ejército
Personas ayudan a una anciana en silla de ruedas a huir de Irpin, Ucrania, el 7 de marzo de 2022. Aris Messinis/AFP via Getty Images

Precedente histórico

Genocidio se refiere a “actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.

Estos actos no solo implican el asesinato de personas, sino que tratan de destruir al grupo objetivo causando “graves daños físicos o mentales”, creando “condiciones de vida” duras, impidiendo los nacimientos y “transfiriendo por la fuerza” a los niños a otro grupo.

Un factor de predicción del genocidio es un historial de violaciones masivas de los derechos humanos y crímenes atroces, incluido el genocidio.

Rusia tiene un largo historial de violencia masiva contra los ucranianos y otros grupos.

Tal vez lo más infame sea que la Unión Soviética promulgó políticas agrarias que provocaron escasez de alimentos y una hambruna que mató a millones de ucranianos entre 1932 y 1933. Esto se conoce como el Holodomor, una palabra ucraniana que significa “muerte por hambre”.

Otras atrocidades soviéticas incluyen la deportación forzada de grupos nacionales y étnicos y las purgas políticas masivas.

Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, Rusia cometió violencia masiva contra la población civil en Chechenia, Georgia y Siria. Bombardeó y arrasó ciudades como Grozni en 1995 y Alepo en 2016.

Una foto en blanco y negro muestra a dos niños en un pozo al aire libre, con una bolsa llena de patatas.
Dos niños con una bolsa de patatas que encontraron durante la hambruna provocada por el hombre en Ucrania en 1934. Daily Express/Hulton Archive/Getty Images

Conmoción política

El genocidio y los crímenes atroces también están fuertemente correlacionados con la agitación política, especialmente la guerra. Dicha agitación desestabiliza la sociedad y la hace menos segura, especialmente para los grupos de personas vulnerables a los que se puede culpar de la inestabilidad política o económica.

Se han producido genocidios durante conflictos mundiales, como el genocidio armenio durante la Primera Guerra Mundial, y el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial.

Y también hay genocidios asociados a la conquista colonial y a la invasión, como la destrucción de los pueblos indígenas de América del Norte.

Países como China y Camboya también han emprendido proyectos de ingeniería social que han dado lugar a genocidios.

Rusia ha experimentado una serie de conflictos políticos, incluyendo la crisis económica actual. La invasión rusa de Ucrania es el tipo de conflicto armado que suele asociarse a los crímenes atroces.

Ideología y demonización

El genocidio se justifica mediante la propaganda y un lenguaje que devalúa y demoniza a las poblaciones objetivo. Los ejemplos históricos abundan, desde las caricaturas coloniales europeas de los indígenas “brutos” y “salvajes” hasta las representaciones nazis de los judíos como ratas.

Rusia utiliza este tipo de lenguaje demonizador para justificar su invasión de Ucrania. En primer lugar, Rusia describe su violencia como necesaria para “desnazificar” Ucrania. El presidente Vladimir Putin, por ejemplo, se ha referido a los dirigentes ucranianos como una “banda de drogadictos y neonazis”.

Y en segundo lugar, Putin ha sugerido que la identidad ucraniana no es real y que, históricamente, “rusos y ucranianos son un solo pueblo –una nación, de hecho”.

Las palabras 'Judd Suss' aparecen sobre el rostro de un hombre, demonizado con piel verde y rasgos alargados
La propaganda, como este anuncio antisemita de 1940 que demoniza a un grupo de personas, es una señal de advertencia de genocidio. Galerie Bilderwelt/Getty Images

Comprender el riesgo

Probar la intención genocida es difícil, especialmente en un tribunal. Esto es evidente en los debates actuales –incluido un caso judicial en curso en la Corte Internacional de Justicia– sobre si Myanmar cometió genocidio contra el pueblo rohingya, un grupo minoritario musulmán.

Pero puede inferirse por patrones de violencia coincidentes con la definición de genocidio legal.

¿Ha llevado a cabo Rusia actos genocidas?

Rusia ha atacado y matado a civiles y, al parecer, ha deportado a Rusia a cientos de miles de ucranianos, incluidos niños. Y ha bombardeado un hospital de maternidad.

También ha generado “duras condiciones de vida” en partes de Ucrania. Ha destruido el suministro eléctrico y de agua, ha privado a los ucranianos de alimentos y ayuda humanitaria y ha desplazado a más de 10 millones de personas dentro y fuera de Ucrania.

Rusia pretende apoderarse y rusificar el Donbas y otras partes del este de Ucrania, donde, si se le toma la palabra a Putin, borrará una identidad ucraniana “imaginaria”.

Existe un riesgo significativo de que Rusia cometa un genocidio en Ucrania. De hecho, es posible que ya haya comenzado.The Conversation

Alexander Hinton, Distinguished Professor of Anthropology; Director, Center for the Study of Genocide and Human Rights, Rutgers University – Newark

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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¿Qué significa la guerra entre Rusia y Ucrania para América Latina?

Democracia Abierta

Mapa de Latinoamérica.
 | Dariusz Kuzminski / Alamy Stock Photo

En un discurso tenso y agrio a la nación, sobre las 6 am hora de Moscú del jueves 24 de febrero, el presidente ruso, Vladimir Putin, dio luz verde al ataque por tierra, mar y aire contra Ucrania. Esta es la mayor agresión de un estado a otro en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

De manera escalonada, los mandatarios y cancilleres de varios países latinoamericanos hicieron público su rechazo frente a la decisión de Putin, y no han dudado en denunciar la violación del derecho internacional. Pero, a diferencia de lo que ocurrió en el bloque aliado occidental, esta respuesta no fue unánime en América Latina. La división de opiniones refleja la creciente influencia de Rusia en la región y la pérdida de posiciones de EE.UU y Europa en algunos países del hemisferio.

Apoyos decididos frente a ambigüedades calculadas

En un comunicado, y por sus cuentas de redes sociales, el presidente de Colombia, Iván Duque, pidió la retirada de las tropas rusas de Ucrania y apoyó las sanciones económicas que se impusieron a funcionarios, bancos, empresas, importaciones/exportaciones y militares rusos. Asimismo, afirmó que «Colombia participará activamente en todos los foros multilaterales que correspondan para buscar la mayor coordinación internacional que permita tener respuestas humanitarias a esta grave situación y que también reflejan la necesidad de aplicar todas las sanciones que correspondan”.

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El presidente de República Dominicana, Luis Abidaner, afirmó que la agresión unilateral de Rusia es una violación a la norma básica de la convivencia pacífica entre naciones y acusó a Putin de no respetar la soberanía ucraniana.

A su voz, se unió la del presidente electo de Chile, Gabriel Boric, quien en su cuenta de Twitter dijo que Rusia optó por la guerra como el medio para resolver conflictos, en vez de la diplomacia. Condenó la invasión e hizo un llamado a acordarse de las víctimas. A

Boric, se sumó la canciller Carolina Valdivia, quien dijo que Chile apoya las sanciones aprobadas por Estados Unidos y la Unión Europea.

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El jueves en la mañana, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, le pidió a Putin retomar el diálogo y su canciller, Marcelo Ebrard, fue más radical: afirmó que la invasión es inaceptable y exigió que Rusia repliegue sus tropas de Ucrania. Ebrard dijo que, aunque las relaciones diplomáticas entre Rusia y México se mantienen, México no apoyará el uso de la fuerza, ni que se ponga en duda la integridad y legitimidad de cualquier país.

Cuba, aliado de vieja data de Rusia, no se ha manifestado sobre la situación todavía. Sin embargo, justo antes del ataque, el gobierno cubano criticó a Estados Unidos por “imponer la expansión de la OTAN hacia Rusia” y exigió una salida diplomática, lo que permite anticipar que apoyarán a Putin.

Venezuela, por su parte, en cabeza del ministro de Relaciones Exteriores, Félix Plasencia, apoyó la invasión, asumiendo el argumento del Kremlin de que el conflicto se debe al deseo de guerra de la OTAN. En horas de la tarde del jueves, el gobierno emitió un comunicado donde piden retomar el «entendimiento diplomático».

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Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, quien visitó a Putin la semana anterior en plena escalada y cuando era evidente que el mandatario ruso ya tenía decidida la invasión, no se pronunció acerca de la crisis durante un discurso que dio el jueves 24 ante sus partidarios. Su vicepresidente Hamilton Mourao, sin embargo, sí rechazó la invasión y dijo que las sanciones no le parecen suficientes. Pero cuando Bolsonaro conoció las declaraciones de Mourao, lo desautorizó afirmando que, “Quien habla sobre esas cuestiones se llama Jair Messias Bolsonaro y quien tenga dudas, que consulte la Constitución”, lo que dejaría claro de qué lado está, así no lo diga abiertamente.

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Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, no se ha pronunciado oficialmente sobre la invasión, pero, el lunes 21 de febrero, justificó en un acto público el cerco de Rusia a Ucrania y culpó a Occidente de «cercar» a Rusia. En una declaración polémica, Ortega afirmó que “El presidente Putin lo que ha hecho es reconocer a esos gobiernos, a pesar de la agresividad del Ejército ucraniano no han logrado derrotarlo y lógicamente esto trae el respaldo militar para que esos gobiernos tengan seguridad”.

Finalmente, el presidente argentino, Alberto Fernández, que también hizo una visita hace poco a Moscú donde ofreció nada menos a Argentina como “puerta de entrada” de Rusia a América Latina, pidió ahora a Putin, sorprendentemente, que pusiera fin al conflicto con Ucrania.

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Consecuencias económicas y geopolíticas

A pesar de ser una potencia en recursos naturales y en reservas de agua dulce, y tener uno de los países más grandes del mundo, Brasil, Latinoamérica no es un actor relevante en el escenario donde se desarrollan las discusiones geopolíticas sobre el conflicto Rusia-Ucrania..

Una de las decisiones inmediatas frente a la invasión la tomó Joe Biden, presidente de Estados Unidos, quien anunció un paquete de medidas contra Rusia para presionar al Kremlin para que desista de la invasión. Pero estas sanciones no son neutras para occidente, y el precio del petróleo alcanzó su valor máximo en siete años, y se prevé que seguirá subiendo mientras el gas se disparó un 60%. Este incremento drástico de los combustibles fósiles responde al temor a que se interrumpa el suministro de crudo debido a que Rusia es el segundo mayor exportador, después de Arabia Saudita y de que el gas que se consume en Europa proviene de las estepas rusas en un 40%.

En Latinoamérica, hay países como Venezuela y Nicaragua que han intensificado las relaciones con Rusia en los últimos meses como parte de su estrategia de supervivencia, y Argentina y Brasil realizaron misiones comerciales al más alto nivel este mismo mes. Las industrias clave de Rusia son: la militar, la de gas, la nuclear y la petrolera, que, sin duda, son relevantes para las naciones latinoamericanas.

Con la invasión, existe la posibilidad de que la red de distribución de petróleo ruso sufra un golpe duro, lo que tendría un impacto económico inmediato ante las tensiones inflacionistas que ya frenaban el ritmo de la ansiada recuperación post-pandemia.

Sin duda, el efecto económico de la guerra en Latinoamérica será significativo según cómo evolucionen los acontecimientos. Los impactos pueden variar algo en función de la situación económica de cada país, porque los que tienen una deuda muy alta pueden sufrir consecuencias mucho más complejas si el conflicto continúa y, por ejemplo, una inflación disparada obliga a subir los tipos de interés de las deudas soberanas. Sin embargo, algunos países productores de petróleo, como Brasil, México y Venezuela, podrían beneficiarse por la falta de crudo ruso en el mercado internacional, con los precios se dispararon.

¿Cuál será el rol de la región en el conflicto? Si Rusia llega a desplegar armas en naciones aliadas de la región

¿Cuál será el rol de la región en el conflicto? Si Rusia llega a desplegar armas en naciones aliadas de la región, como Cuba y Venezuela, sería para crear más tensión en el «patio trasero» de Estados Unidos y abrirle nuevos frentes. Este tipo de acciones son peligrosas por su significado simbólico y podrían derivar en una escalada del conflicto que podría escapársele de las manos a Putin.

Pero la economía rusa solo es la doceava a nivel mundial y es prácticamente equivalente a la española. Además, Rusia tiene poca capacidad armamentística, lo que hace muy remota su capacidad de abrir un frente en Latinoamérica. En los últimos meses, el centro de la estrategia rusa ha sido aumentar su papel como exportador de armas en la región. Eso no quiere decir que controle el mercado regional; si bien se ha vuelto un proveedor importante para Nicaragua, Cuba y Venezuela, representa menos del 15 por ciento de las exportaciones de armas a la región y no ha logrado concretar ventas a países clave, como Brasil y Chile.

El Kremlin tiene también una importante operación de propaganda en la región: Russia TV, que tiene como agenda la desinformación, el desprestigio de la influencia occidental la desestabilización. El desarrollo de relaciones sólidas en la región han sido posibles gracias a que Estados Unidos, en los últimos veinte años, ha centrado su estrategia en otros lugares del planeta como Oriente Medio, El golfo, Afganistán o China, olvidando que Latinoamérica es un conjunto de países histórica y culturalmente próximos, fuente inagotable de mano de obra barata, y con la que comparte importantes intereses estratégicos.

En la noche del jueves 24 de febrero, las redes sociales se llenaron, de nuevo, de videos que mostraban la lluvia de misiles rusos sobre infraestructuras próximas a Kiev, la capital de Ucrania. Aunque el sentimiento general de los latinoamericanos es de incertidumbre y miedo frente a la guerra en Europa, veremos al final qué rol jugará cada cual en esta reconfiguración del orden mundial que pone bajo amenaza, como nunca desde la guerra fría, la democracia del mundo.

Este artículo fue publicado originalmente en OpenDemocracy

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